La Sordera en el Niño

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La Sordera en el Niño

Para dotar de mayor claridad los siguientes post que serán de mucha ayuda para entender más sobre la sordera en el niño; para ellos es necesario esquematizar las partes esenciales de la sordera.

Sorderas en los Niños

Las sorderas que más nos interesa poner de relieve son las de percepción. El niño es sordo desde el nacimiento. Si la sordera aparece después del nacimiento se dice que se trata de una sordera adquirida. Cuando aparece muy pronto en la vida del niño, es decir, antes de que comience a hablar, las consecuencias son las mismas que para el niño sordo desde el nacimiento. En cambio, si el niño ya adquirido un cierto lenguaje oral, la sordera no tiene las mismas repercusiones, a condición de que se logren mantener y perfeccionar los elementos del lenguaje que ya había adquirido previamente. Pueden distinguirse entonces dos grupos de niños: los que son sordos desde el nacimiento, es decir, los que han sido afectados por la sordera antes de hablar, o sea, antes de los 18 meses y hasta los dos años, y otro grupo que correspondería a la sordera poslocutiva.

Diagnóstico de la Sordera

Desde hace algunos años, el diagnóstico de la sordera se realiza comúnmente de forma precoz. Los padres están hay mejor informados, más atentos a este problema, puesto que los métodos de exploración se están perfeccionando hasta el punto de permitir un diagnostico mucho más precoz que anteriormente. Esta evolución explica que la necesidad de la educación precoz haya sido impuesta de forma relativamente reciente: dado que cada vez es más frecuente alcanzar una fiabilidad en el diagnóstico de la sordera en niños muy pequeños, surgen las preguntas acerca de cuál debe ser la actitud más óptima a adoptar para invertir con más éxito en los primeros años de vida de un niño.

En la mayoría de los casos, los padres sospechan la presencia de una sordera entre los ocho y diez meses (algunas veces con anterioridad) y es habitual que el diagnostico sea confirmado en los meses que siguen, es decir, entre los doce y dieciocho.

Algunas veces se sospecha que hay sordera incluso antes de este plazo, ya que ciertas incidencias patológicas hacen que esta se manifieste o se reduzca; es el caso, por ejemplo, de una madre que haya padecido rubeola al principio de su gestación; en este caso, la exploración auditiva poco después del parto es obligada, así como también se debe preguntar acerca de otras eventualidades que pueden aparecer debido a la misma causa. Por ejemplo, trastornos visuales.

En efecto, se sabe que ciertas sorderas no aparecen aisladas. Asociadas a ellas aparecen trastornos del desarrollo intelectual, trastornos visuales, malformaciones diversas que puedan enlazarse con la sordera; el desarrollo del niño se verá más seriamente afectado cuando existan perturbaciones asociadas, aunque es difícil poner de relieve las consecuencias.

Si bien se intenta enlazar el interés que presenta la precocidad de un diagnóstico de sordera; tampoco hay que dramatizar sobre las consecuencias de un diagnóstico más tardío: la situación no es forzosamente peyorativa cuando la sordera no ha sido detectada antes de los dos o tres años.

Causas de la Sordera

Las cusas de la sordera no son conocidas con claridad todavía. A menudo existen antecedentes de sordera en la familia y, en estos casos, es necesario aconsejar a los padres que se someten a unas exploraciones de orden genético, particularmente cuando se plantean otro nacimiento.

Algunas clases de sordera son bien conocidas. Este es el caso de secuelas rubeolicas entre la séptima y la décima semana de gestación. Asimismo, es frecuente la relación entre sordera y otras afecciones, particularmente la anoxia en el parto. Si bien en algunos casos el rigen de ciertas sorderas es conocido –como las que son consecuencia del uso de algunos fármacos en el curso de una meningitis severa precoz–, no se llega aun, con todo, a encontrar la explicación de todas las formas de sordera. A pesar de los actuales medios de investigación, y a pesar de que estos se están perfeccionando, hay que admitir que, todavía, alrededor del 40% de las sorderas aparecen por causas desconocidas.

Clasificación de la Sordera

Pueden clasificarse según el grado de pérdida auditiva:

  • El caso sobre la sordera profunda, existen restos auditivos para las frecuencias comprendidas entre los 250 y los 500 Hz;
  • La sordera severa, los restos auditivos se encuentran en todas las frecuencias, pero por debajo de los 80 decibelios;
  • En la hipoacusias o sordera media, la curva audiométrica se sitúa entre los 40 y los 80 dB;
  • En las hipoacusias ligeras la curva audiométrica refleja una perdida entre los 20 y los 40 dB;

Existen, sin embargo, numerosas variantes dentro de esta clasificación, ya que las curvas audiométricas se inscriben de forma muy dispar sobre el campo auditivo.

Se debe recurrir a diferentes métodos de exploración audiométrica y a efectuar exámenes reiterados para obtener una serie de datos significativos a este respecto.

Si el grado de sordera es de primera importancia y se pueden apreciar posibilidades pedagógicas en el niño; no es posible, por otra parte, hacer predicciones absolutas aplicables a todos los niños: dos niños que presentan exactamente la misma curva de audición, no evolucionan jamas de la misma manera, aun cuando se beneficien des mismo programa educacional. Es necesario tener en cuenta numerosos factores: las posibilidades intelectuales del niño, sus cualidades de contacto, de adaptación a las situaciones, sus posibilidades de atención, su empeño en el esfuerzo… es decir; un gran número de variantes que dependen, en última instancia, del equilibrio global de la personalidad del niño y también de su entorno; insistiremos más y mejor sobre estos diferentes aspectos que son independientes de la sordera en sí misma, pero que hay que considerar para la evolución global del niño.

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