Estimulación Precoz | Blog de Educación Especial
La Estimulación Precoz
Existe una coincidencia en admitir que el inicio de las tareas de rehabilitación ha de ser lo más precoz posible. En muchos casos, condicionamiento psicosociales dificultan la aplicación inmediata del diagnóstico de la sordera.
Por otra parte se ha de tener en cuenta que la labor educativa no va dirigida solamente al niño sordo; sino que ha de comprender al conjunto familiar de cuya colaboración constante y activa dependerá la prosecución de la enseñanza especializada que recibe el niño.
En la actualidad se está de acuerdo en que la educación precoz debe iniciarse, si es posible, antes de los tres años. En esta edad continua aun el proceso de maduración de las estructuras cerebrales que son actividades mediante el entrenamiento; máxime cuando se pretende hipertrofiar determinadas funciones supletorias de los mecanismos de comunicación lesionados. Por otra parte; estructuras indemnes por el proceso patológico que fue causa de la sordera, pero dependientes del oído desde el punto de vista funcional, pueden sufrir un proceso de «atrofia» (en sentido figurado) por desuso, lo que se pretende obviar con el entrenamiento precoz.
En la fase en que se inicia la educación precoz existen dos estadios, según Portmann:
En el primero existe una escucha previa de los sonidos y ruidos procedentes del ambiente, y en especial de los juguetes sonoros, voces, etc.
Después surge un intento de reproducir, por parte del niño, los sonidos percibidos, aunque sea de manera defectuosa, así como de los que él ha emitido espontáneamente.
Antes tales circunstancias; la educación precoz pretende habituar al organismo a utilizar los mecanismos supletorios sobre los que se desarrollara en el futuro la metódica de la educación; mediante la potenciación de las vías perceptivas complementarias que puedan suplir la carencia o el déficit grave de la auditiva. Se basa en un exhaustivo aprovechamiento de las posibilidades del niño (restos auditivos amplificados, emisión espontanea de sonidos, tendencia a la imitación, etc.), al objeto de preparar un terreno para que la futura enseñanza especializada puede ser asimilada en el mayor grado; aunque a veces sus resultados estén lejos de la utopía de rehabilitación que desearían tanto los padres como los educadores.
¿Quiénes intervienen en la estimulación de la Educación Precoz?
En este proceso interviene no solo el niño, protagonista involuntario; sino también un profesorado que no puede improvisarse, sino que ha de estar formado en las líneas del momento que se hayan demostrado como útiles a través de la experiencia general. Nunca nos cansamos de recomendar que si bien el profesor ha de estar al día de los ultimas corrientes de su trabajo; al mismo tiempo tendrá una conciencia clara de que se está jugando con el futuro de las personas que le han sido encomendadas, por lo que los resultados reales de su metodología, confirmados por la experiencia, han de alejar intentos experimentales de efectos dudosos. El profesor especializado mantiene una actitud dinámica que le permite, por una parte, recoger de los padres los aprendizajes espontáneos del niño, y por otra, les informa sobre su comportamiento hacia él, así como los modos de actuar ante reacciones imprevisibles, contrariedades, formas de comunicación, etc.
Otro factor trascendental en la labor estimuladora (estimulación precoz) es el entorno familiar, en el que incluso, los hermanos prestaran una colaboración importante al matizar y enriquecer las relaciones establecidas entre el niño minusválido y su madre, que de otra forma serian excluyentes. Los padres, no obstante, el mayor peso de la continuación de la labor educativa que se imparte por el profesorado especializado. Con tal continuidad se busca conseguir una estimulación psicosensorial persistente que ponga en funcionamiento máximo las aptitudes manifiestas o subyacentes de la persona.
La madre ha de ser la interlocutora continua, permanente y espontanea del hijo afecto de una traba. Dado su papel en la vida del niño, es la persona imprescindible para facilitar su adaptación a las circunstancias cotidianas; donde desarrollara sus actividades sociales, y que, difícilmente, pueden ser ensayadas en un medio artificial como es el colegio. Tal actitud de la madre necesariamente va a suponer una sobrecarga en su trabajo diario en el hogar; lo que se acentúa extraordinariamente si se trabaja fuera de casa, situación en la que la adecuación del horario laboral en jornadas parciales ha de ser cuidadosamente valorada. Por otra parte, la madre suele pasar por fases de desánimo y depresiones exógenas ante la sensación de resultados en una labor tan tediosa como es la rehabilitación de su hijo. Una compresión continua por parte de la familia y una terapia psicológica de apoyo mediante contactos periódicos con el psicólogo del centro de rehabilitación es imprescindible. Con ello; el gabinete psicológico tendrá un cometido no solo sobre los niños acogidos al colegio, sino también sobre los familiares, en forma de prolongación de la actividad docente fuera de la institución.
Un fallo relativamente frecuente en la actuación del grupo familiar, concerniente a la educación, suele ser la automarginación del padre, escudado en excesos de trabajo, a veces reales, antes la sobrecarga económica que supone la educación especializada. Por el contrario; el padre ha de esforzarse en participar activamente en la vida del hijo disminuido, estimulándole mediante juegos y caricias y reprimiéndole si ha lugar; de cualquier forma, se evitara sobreproteger excesivamente al niño, salvo en lo relativo a su sordera, buscando que los papeles de fijación sexual, imprescindibles para la futura configuración psicológica; según el sexo, sea los más próximo a la normalidad posible.
La hiperprotección a que me refería antes puede llevar a un grado variable de aislamiento del niño en el interior del ambiente familiar; mostrando una carencia de contactos con extraños, que, por otra parte, no saben cómo tratarlo. El niño sordo ha de actuar en todo el momento no inhibiéndose frente a las situaciones normales de la vida. Un concepto fundamental es el que el niño ha de apartarse a la sociedad, no al contrario. En más de una ocasión he tenido oportunidad de observar como los padres hablan a mis pequeños pacientes con el mismo tono de voz (voz de sordo) que estos han desarrollado tras la educación. Tal hecho; que en principio facilita la comprensión, a la larga condiciona una fijación de los defectos adquiridos. En todo momento se ha de luchar por conseguir el desarrollo de una voz y un lenguaje normal.