Cómo utilizar las Cualidades del Niño Sordo

Cualidades del Niño Sordo | Blog de Educación Especial

¿Cómo Utilizar las Cualidades del Niño Sordo?

Sabemos muy bien que cada niño es un caso aislado, que  se adapta a una situación con sus cualidades personales, sus propias aptitudes, que siempre hay que vigilar. Sin embargo, existen siempre ciertas tendencias y comportamientos que son común denominador de casi todos los niños y que pueden considerarse como propias de la infancia. Es necesario conocerlas para saberlas utilizar al máximo.

En la actualidad se sabe que en el despertar del niño, sus deseos de aprender dependen en gran parte de las cualidades de su vida en los primeros años, de lo que se ha hecho con él antes de su ingreso en la escuela, incluso antes de la edad preescolar, es decir antes de los 4 o 5 años. A posibilidades idénticas de partida existe, evidentemente, un programa de consejos estándar que sirve de orientaciones a los padres de cara a cómo utilizar mejor las posibilidades del niño y, mucho menos, un programa aplicable a todos los niños.

Los padres de niños sordos que colaboran profundamente en la tarea de la educación precoz desde un principio debe atribuirse este papel, pensando siempre que sus problemas particulares pueden, a menudo, ser planteados de nuevo respecto a esta cuestiones educativas que son comunes a todos.

Queremos llamar la atención respecto a lo que se puede hacer para conciliar los aspectos técnicos de la re-educación y las tendencias espontáneas del niño. Incluso corriendo el riesgo de ir contracorriente de las necesidades de éste.

La Atención a las Cualidades del Niño Sordo

La  atención del niño varía según el interés que tengan las cosas y según su propio interés por ellas. Una niña de dos años puede ser un verdadero torbellino que todo lo toca, no hace caso de ninguno de los juegos que se le proponen… y, sin embargo, puede encontrarse en el baño totalmente absorta por una tarea muy importante que puede retener su atención durante un tiempo prolongado: vuelca el contenido de una botellita en las cacerolas de su “comidita”; y esta ajena a todo lo que sucede a su alrededor. Los padres, a menudo, se inquietan cuando reina un gran silencio en la habitación de los niños: las ocupaciones que les apasionan son, frecuentemente, las que los mayores consideran como bobadas.

La atención del niño no se moviliza por una ocupación que se le imponga de forma imperiosa para provocar su interés. Lo que interesa al niño no es siempre lo que el adulto estima como más interesante; se sabe de la decepción de los padres cuando ven que el niño rechaza un hermoso juguete porque el encuentra mil formas más triviales de distraerse y tal vez con un material más anodino.

A menudo es el niño quien toma la iniciativa de hacernos participar de sus ocupaciones, quiere ver todo lo que hacemos, lo que hay dentro de la bolsa o dentro de una caja, como funciona la máquina de escribir, como se manipula la llave de un juguete… si no se responde a su curiosidad, se le desanima para seguir manteniendo interés por las cosas. Por otra parte, desalentarle en cuanto a sus demandas es como decirle: “tú eres demasiado pequeño”, “esto no es para ti, es demasiado complicado”, o, eventualmente, “no siento interés por ti”. Todo esto confirmo al niño su idea de que él, por sí mismo, no es capaz de realizar apenas nada y de que los adultos son poco colaboradores para ayudarle en sus deseos de progresión.

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